viernes, marzo 10, 2006

aHí QueRía LLeGaR...


Sí, es cierto. Otros ni siquiera tienen que decidir hacia dónde van. El camino está ahí, esperándolos, cuando se deciden a caminar. Es injusto? No lo sé ni creo que importe demasiado…

Vos y yo sabemos que el proceso de pavimentación de nuestro camino fue muchísimo más costoso que las carreras ida y vuelta que hayamos corrido después en él. El haberlo construido artesanalmente y sin moldes ajenos nos retrasó, es cierto. Pero al menos tenemos la obligación de saber a dónde queremos llegar.

El otro día te comentaba mi indignación para con Carrió. Te decía que por primera vez alguien que no formaba parte de mi entorno me había defraudado. Y te expliqué por qué. Por primera vez había sentido que mi razonamiento (chiquito, pero propio) era refrendado por alguien con posibilidad de llevarlo a la práctica. Leí su plataforma y aquella tarde de octubre se fue transformando en un 6 de enero. Claro, olvidé que los reyes magos no existen (nadie es perfecto).

Y te explicaba, también, que lo que más odio me causaba era el saber que había puesto mis expectativas, mis ganas y mi tiempo apostando a una mentira. Y que, más allá de la angustia que provoca cualquier desilusión, haber descubierto que no era ella el vehículo era, en el fondo, algo bueno. Y te hable también de no dejarse descansar en espejismos.

Ahí quería llegar.

Hoy, cuando discutimos sobre mi intempestiva huída cuando te quedaste dormido, intenté explicártelo; pero el teléfono no es (lo sabemos) un buen vehículo para las explicaciones de ninguna índole.

A veces siento que vos te esforzás demasiado por “hacer como si” viviéramos juntos. Y yo, hasta hace un tiempo, también hice lo propio. Pero lo que siento ahora, claramente, es que seguir jugando a la casita hace que el juego nunca termine convirtiéndose en realidad. No hay nada que desear. No hay nada por qué luchar. Apostamos a lo lúdico y la realidad nos queda cada vez más lejos.

Si yo puedo vivir con vos (en nuestro mundo) cobrando un sueldo miserable; si vos podés vivir conmigo sin decirles a tus viejos que estás viviendo en pareja con un tipo, todo queda ahí. Ni yo tengo que esforzarme por salir de este botulismo mental ni vos por salir de tu silencio rosado.

Y la realidad es que no vivimos juntos, por más que para vos sea hermoso ir conmigo al supermercado. No vivimos juntos porque, precisamente, hay cosas que nos lo impiden.

Siento que en medio del camino que íbamos construyendo dejamos caer del cielo una casa prefabricada. Y ahí nos quedamos… Y nos olvidamos que el camino que estábamos construyendo iba a desembocar, justamente, en una casa que realmente fuera nuestra. Una casa que, también, íbamos a construir con nuestras propias manos.

La propuesta es clara: tenemos, todavía, fuerzas y ganas de seguir construyendo; hagámoslo!.
Sacudámonos esta comodidad de mentira. Sigamos construyendo, amor. Sé que podemos.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

yo te diría que si.
un abrazo.

Guzamadour dijo...

que lindo lo que escribiste
ojalá que los cimientos que tienen ahora sean bien aprovechados.
y eviten el ladrillo hueco

mi otro yo dijo...

Hola!!!!
Ojala todo valga la pena y que todo sea posible entre ambos.
Saludos!!!

latoledo dijo...

Hoy descubro tu lugarcito y me me quedo ... no pido permiso solo aviso
Besos

Celeste Sánchez Goldar dijo...

Hacía mucho tiempo que no venia por aca. Y me encantó. :)

mi otro yo dijo...

Hola!!!
Pase a dejarte saludos y saber como estas?
Saludos!