jueves, marzo 09, 2006

HoY


Un paso y otro; y de repente, miro hacia atrás y ya no hay nada que se parezca a lo que es.

Como si me gustara la monocromía celebro los tonos violáceos y sonrío, como borracho, ante el hecho de no hacer.

Vuelvo la vista hacia adelante. Donde es adelante? Busco, con la mirada primero, luego con la voz, la respuesta que no logro hacerme. No hay eco. Mi voz no vuelve. No reverbera, no viene a atravesarme como antes. El silencio es externo, ahora. Y no aturde tanto como quisieran los que callan.

La mano al alcance de la mano.

El aferrarse, ahora, a quien se aferra me vuelve lo que soy: una botella de cristal grueso y pulido. Y el agua que, a la vez, brota de la piedra y camina, corre, se mueve hacia la botella. Continente exacto y milimetrado. Eso soy. Y un contenido que se vuelve fuego en el verano.

Sigo caminando entre las rocas hacia esa botella que también soy, ansiando que me libere, al apresarme.

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